Grandes
esculturas de piedra, magníficas tallas en piedra verde y madera, vasijas con
decoración simbólica, figurillas de barro, en un universo pleno de
presentaciones humanas, animales y míticas, forman parte de la rica herencia material
legada por una cultura que, dada su antigüedad y complejidad es para muchos la
fundadora del extraordinario auge cultural de los pueblos mesoamericanos en la
época prehispánica. Hace más de 3 mil años los miembros de esta sociedad, ahora
llamados olmecas —término que hace referencia a su gente, su cultura—,
sintetizaron por vez primera las tendencias que se habían venido desarrollando
por cien- tos y aun miles de años entre los pueblos de la región. Es por eso
que "los habitantes de la tierra del hule" —lo que significa olmeca
en náhuatl— han sido considerados la primera civilización y, por tanto, la
cultura madre de Mesoamérica. Ambos calificativos resultan justos para un
pueblo capaz de trascender las fronteras de su entorno originario, cualquiera
que éste haya sido, e infundir su vigor al resto del territorio del México
Antiguo. Ahora, los constantes descubrimientos de elementos culturales de
filiación olmeca que por todo ese ámbito realizan los arqueólogos, demuestran
que nos encontramos no sólo ante la cultura más antigua sino ante la primera
que puede considerarse, en sentido amplio, mesoamericana.
DE DÓNDE SON LOS OLMECAS
El territorio ocupado por los olmecas abarca desde las montañas de los Tuxtlas, por el occidente, hasta la depresión de La Chontalpa, al oriente, y es una región con notables variaciones geológicas y ecológicas. Se han encontrado en este territorio más de 170 monumentos olmecas; 80% se encuentran en los tres grandes centros de esa cultura: La Venta, Tabasco (38%); San Lorenzo Tenochtitlan (30%) y Laguna de los Cerros, Veracruz (12%). Estos tres grandes centros olmecas se distribuyen de oriente a occidente, de tal manera que cada uno de ellos explotó, controló y aprovisionó la economía global olmeca de una serie de valiosos recursos naturales.
Las cabezas colosales olmecas son enormes esculturas monolíticas elaboradas en roca volcánica; constituyen uno de los vestigios arqueológicos más notables pero menos comunes de la cultura olmeca. Su significado intrínseco es el punto de partida para un haz de interpretaciones sobre el desarrollo cultural en Mesoamérica durante el periodo Preclásico Inferior y Medio, de 1500 a 400 a.C. Para nosotros, estos monumentos —y sus contextos— ilustran la institucionalización del rango político y su legitimación entre los olmecas.
El reciente descubrimiento de la
décima cabeza colosal en el sitio de San Lorenzo llama de nuevo nuestra
atención hacia la civilización olmeca, la más antigua de Mesoamérica, cuya sede
se ubica en la región que abarca el sur de Veracruz y parte de Tabasco. En esta
área se han localizado 17 cabezas colosales.
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